Etiqueta: ensayo

El psicoanálisis: religión laica y sectarismo

Revisando tanto la teoría del psicoanálisis como las actitudes de los simpatizantes y la organización de los psicoanalistas es muy fácil notar una  gran similitud con las religiones y las sectas. El psicoanálisis, como muchas otras pseudociencias, está en el umbral del sectarismo. Veamos por qué:

Una característica típica de la pseudociencia es el culto a la personalidad. Consiste en un fanatismo hacia una o varias personas, que son propuestas como “iluminados” de “conocimientos revelados” a los que hay que creer por autoridad. Así funcionan, por lo general, las sectas con sus líderes, por ejemplo, los cienciólogos con Ron Hubbard,  la secta “rajnishe” con Osho, las sectas de pseudocientíficos pedagogos Waldorf con Rudolf Steiner, los mormones con Joseph Smith, etc. Lo último que harían todas estas sectas es cuestionar al líder. El psicoanálisis, como buen paradigma de pseudociencia, no escapa a esto. El nivel de culto a la personalidad hacia Freud y Lacan (principalmente) es increíble. Sin duda son ellos los auténticos maestros espirituales a los que nadie se atreve a cuestionar.  Por ejemplo, si uno va a una charla sobre física relativista, evolución o astronomía, uno escucha hablar sobre física, evolución y astronomía. Se presentan las teorías, los métodos de comprobación, la historia del descubrimiento, se leerán los papers (textos científicos), se oirán divulgadores que lo expongan de forma sencilla, se realizaran en el mejor de los casos observaciones de la evidencia, etc. Sería extremadamente raro que al ir a una charla de divulgación de este tipo uno escuche hablar sobre los hábitos de Darwin, los gustos personales de Einstein, anécdotas de como Maxwell se llevaba con su padre, o como Halley se llevaba con su madre. Las historias personales de sus teóricos importan poco o nada.  En cambio, al asistir uno a una charla de psicoanálisis, puede llegar a agobiarse de escuchar anécdotas sobre cómo eran Freud o Lacan  teñidas de un exagerado fanatismo. Las alabanzas personales a estos verdaderos gurúes nunca falta en los discursos de cualquier circulo de psicoanalistas (y estoy hablando desde la experiencia).

Pero sobre todo, lo más curioso no es eso, sino que el psicoanálisis, a diferencia de una auténtica ciencia, puede interpretarse casi libremente. Sin duda en ninguna de las charlas referidas como ejemplo más arriba uno puede darse el gusto de interpretar como se le dé la gana un texto que explica algo real de forma objetiva. La falta de objetividad dentro del psicoanálisis es tan grande, que ni siquiera lo que profesan es claro –sus líderes nunca explicaron los conceptos que usan, Freud nunca definió clara y correctamente el concepto principal de toda su obra que es el inconsciente, ni Lacan explico alguna vez los conceptos que usa como significante-, así que sus fieles deben interpretarlo así como se interpreta una poesía, una obra de teatro, o un cuadro de artes plásticas. “Tal vez, Freud lo que quiso decir es –inserte aquí algún sinsentido típico del posmodernismo filosófico-“,  “A lo mejor Lacan se refería a …” Como Lacan escribía sandeces sin ningún sentido lógico, es el que más se presta a estas interpretaciones más parecidas a las de la filosofía continental (al estilo la nada nadea, el mundo mundea) que a las de la psicología. Sin duda esta necesidad de interpretación subjetiva es digna del arte y de las malas filosofías, pero no de una disciplina que en la mayoría de los casos se presenta científica o por lo menos “seria”. El psicoanálisis está más cerca de la ambigüedad de las definiciones esotéricas de personalidad que da la astrología o la quiromancia, que de ser una rama de la psicología científica. Y si la comparación del psicoanálisis con el ocultismo le parece exagerada, dejaré una cita de Freud tomada de su conferencia titulada nada más ni nada menos que Sueños y Ocultismo: «Debemos decir que sólo la interpretación del sueño, nos ha mostrado que se trata de un sueño telepático; el psicoanálisis ha descubierto un sumario de hechos telepáticos que de otro modo no habríamos discernido». Y para más relaciones del psicoanálisis con el ocultismo, tenemos a Carl Gustav Jung, que además de nazi y personaje admirado por el new-age, era aficionado a la alquimia, la magia y otros delirios esotéricos. De igual modo Jung no es el único psicoanalista vinculado al nazismo y el esoterismo, también tenemos a Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares.
A todo esto, los psicoanalistas parecen tener una inclinación a la creación de pseudociencias. Tenemos luego al psicoanalista Wilhelm Reich, inventor de la fantasiosa “energía orgónica”. En los años cincuenta también fue muy conocido el psicoanalista Velikovski, que escribió un libro plagado de falsedades llamado “Mundos en Colisión”, donde propone una serie de teorías que van contra todo lo que se sabe de física, astronomía, geología, historia, biología, etc., como por ejemplo decir que las moscas provienen de un cometa o que el pueblo de Israel se alimentó cuarenta años de maná (un tipo de pan) que provino de la cola de un cometa que pasó cercano a la tierra. Esto se debe a que Velikovski era tan idiota, como buen psicoanalista, que confundió monóxido y dióxido de carbono con hidratos de carbono.

Otra característica de la pseudocientificidad sectaria del psicoanálisis es esquivar de cualquier manera todo tipo de críticas. Por ejemplo, especulando al momento de definirse. La Federación Psicoanalítica de América Latina (FPAL), la APM (Asociación Psicoanalítica de México), la APM (Asociación Psicoanalítica de Madrid) y la APA (Asociación Psicoanalítica de Argentina) presentan al psicoanálisis como algo científico. Sin embargo, cuando les conviene, según el caso, reconocen que no son ciencia… pero alegando que son MÁS QUE CIENCIA (sí, claro que sí). Lo mismo para la epistemología que los excluye de la ciencia, alegan que “el psicoanálisis tiene otra epistemología” (claro, pero jamás dicen cuál). Incluso para esquivar las refutaciones que resaltan sus contradicciones lógicas, llegan a decir que el psicoanálisis tiene “otra lógica”. En cuanto a su fracaso terapéutico, también tienen preparada su excusa, ya que ellos proponen “otra cura”. Todo esto son una serie de excusas escapistas digna de encubrimientos de mentiras infantiles. La necesidad del psicoanálisis de escapar de la comprobación es alucinante, el propio Freud dijo: «La riqueza de las observaciones sólidas sobre las cuales descansan mis afirmaciones las hacen independientes de la verificación experimental». Este es un clásico, lo repiten tanto parapsicólogos como quirománticos y astrólogos. Por lo tanto, el psicoanálisis pasa a ser una doctrina a la que hay que creer por fe, de igual forma en la que se cree en una religión o en los principios de una secta, y, al igual que una secta, el psicoanálisis se escuda de la crítica una y otra vez, característica primordial del dogmatismo.

Tendencias a clasificarse como ciencia cuando realmente no lo son, tendencias a creerse más que ciencia cuando se les demuestra que no son lo anterior, y hasta decir cosas como “la ciencia es mala, nosotros somos buenos” es algo tremendamente típico de las pseudociencias sectarias como la cienciología, y además los argumentos  son similares a los que utilizan tanto new-ages como cienciólogos, por ejemplo: “sin el psicoanálisis, la gente se empastillaría y caería en el juego de las farmacéuticas”. Nunca falta mentir como última estancia de defender lo indefendible, ya que es conocidísimo sobre todo en ambientes familiarizados con la psicología, que la medicación no es la única alternativa ni la mejor, a la estafa del psicoanálisis. Numerosos estudios (cosas que al PA le faltan) indican la eficacia de la terapia cognitivo conductual, terapia que se basa en el trato con el paciente sin necesidad de medicación. De hecho, hay estudios que aseguran que esta terapia es en algunos casos más eficaz que la mediación. Los psicoanalistas que usan este argumento “si no es PA, es PA-stillas” (falacia de falsa dicotomía) saben que el psicoanálisis no es la única terapia que no medica, pero no publicitan terapias mejores, alternativas éticas y probadas científicamente, para no perder clientes. Y sobre la aversión la mayoría de los psicoanalistas a la medicación… ¿Acaso olvidan que el propio Freud recetaba cocaína, y que hasta llegó a matar un paciente, Ernst von Fleischl-Marxow, gracias a esto? ¿Acaso no saben que Freud mató otra paciente, llamada Matilda Shleicher, recetándole una sobredosis de Sulfonal? Otra falsa dicotomía del psicoanálisis es “si no es psicoanálisis, es conductismo”. Esto es realmente patético, y resalta que no tienen ni idea de psicología científica, y esto gracias a que las instituciones magufas de psicoanalistas los adoctrinan para que crean que la única alternativa a la teoría del psicoanálisis es el conductismo, y que este es “malo” y el psicoanálisis “bueno”.

Volviendo al tema del sectarismo, es asombrosa la cantidad de similitudes que hay entre el psicoanálisis y la cienciología, además de las ya mencionadas arriba. Carl Sagan, el insuperable divulgador científico, en su libro El Cerebro De Broca de 1979 ya advertía el sectarismo del psicoanálisis  comparándola con una de las sectas más peligrosas que jamás existieron:
“Un escritor de ciencia ficción, L. Ron Hubbard, ha fundado un culto con no poca aceptación llamado Cientología, inventado, según me han referido, en una sola noche tras una apuesta, según la cual tenía que hacer lo mismo que Freud, inventar una religión y ganarse la vida con ella”.
(Carl Sagan más adelante, en su maravilloso libro El Mundo y sus Demonios, también aprovechó para criticar el psicoanálisis, poniéndolo junto a las llamadas terapias alternativas y tildando a los psicoanalistas de “poco críticos”.)  Es notable lo acertado que es éste párrafo. Algunas similitudes entre el psicoanálisis y la cienciología son: Aversión a las psicologías científicas y a la psiquiatría[1], a quienes toman de “enemigos”. Génesis a partir de un supuesto “iluminado” (Freud/Hubbard) que trajo una “verdad revelada”, polémica y rechazada en su momento, que iba contra todo lo que se sabía anteriormente. Creencia en esa “verdad” por fe. Clasificación de la homosexualidad como un “trastorno” o “enfermedad”: al igual que el catolicismo y la secta de Osho, las sectas tanto de cienciología como de psicoanalistas consideran a la homosexualidad una enfermedad, y hasta pretenden curarla (si sos homosexual, no podes ser psicoanalista, ya que supone que tenés un trastorno no superado, incluso los nazis usaban el psicoanálisis para intentar “curar” la homosexualidad). Incoherencia externa, ya que tanto el psicoanálisis como la dianética (pseudociencia en la que se basa la cienciología) son incompatibles con el grueso del conocimiento científico. Ambas intentan explicar la mente y generar un tipo de terapia. Ambas se basan en las historias previas de sus fieles de forma morbosa. Ambas son casi igual de fantasiosas. Ambas poseen una organización sectaria. Ambas poseen enunciados incomprobables. Ambas poseen un mito similar al “pecado original”, en el psicoanálisis es el complejo de Edipo, en la cienciologia son los espíritus alienígenas, llamados “thetam”. Ambas son caras.  Ambos (Freud/Hubbard) eran buenos y apasionados escritores (ambos escribieron una cantidad asombrosa de libros), lo que les permitió captar a sus adeptos. Ambos se interesaban por el ocultismo (Hubbard participaba en su juventud en sectas satánicas), ambos eran mitómanos, y la lista podría continuar. Que quede claro que muchas de estas semejanzas no las atribuyo a la casualidad, Hubbard evidentemente se inspiró en el psicoanálisis para muchos de sus postulados.

f

Una forma clásica en que los psicoanalistas se defienden de la crítica, y que los convierte en una verdadera secta, es el uso reiterado de las falacias de alegato especial. Es decir, cubrirse falazmente de un argumento en contra alegando que para hablar de dicho tema o refutar algún argumento del tema en cuestión se necesita algún tipo de experiencia –mística- especial (por ejemplo, pasar por análisis), de una sensibilidad especial, o de un entendimiento misterioso especial, para entender la sutileza y complejidad del tema. Esto hacen absolutamente siempre cuando un disidente critica la teoría, por lo cual sería muy común oír cosas como “Decís tal cosa porque jamás te sometiste a análisis” “Vos críticas a Lacan porque no lo entendés” “El psicoanálisis no es para todos, el que no lo entiende es por su resistencia”. Estas falacias son clásicas.  Se usan mucho en la religión o las practicas espirituales “No entendés la biblia porque necesitas una sensibilidad especial sobre el tema”, “¿Cómo osas criticar el cristianismo si nunca tomaste la comunión ni fuiste a misa?” “Para criticar la teología tenés que haber leído las obras completas de <tal teólogo>”.

De hecho no es la única falacia con la que se escudan, también lo hacen –algo de esperarse por su culto a la personalidad- con falacias de autoridad como “Freud era un genio, no puede equivocarse, era la mente más brillante del siglo XX” o “Freud era médico y tenía muchos estudios”. La falacia de autoridad consiste en afirmar la veracidad de algo solo porque proviene de una fuente de autoridad (o líder espiritual en este caso).Bien, supongamos que este sea un argumento válido y respondamos la falacia con la misma falacia para demostrar su supuesta consistencia. Supongamos que la veracidad de algo se sostenga de los estudios o la popularidad e inteligencia del que lo afirma. Sería interesante que sepan que los más prestigiosos epistemólogos consideran al psicoanálisis como pseudociencia, entre ellos Mario Bunge, Karl Popper, Lakatos, Grünbaum y Cioffi. Que el profesor de física y matemáticas Alan Sokal expuso los enormes errores de lógica, semántica y matemáticas de Lacan. Que el famoso lingüista Noam Chomsky consideraba a Lacan (supuestamente experto en lingüística y matemáticas) como “un charlatán consciente de serlo”, o que el Premio Nobel de Medicina Sir Peter Medawar diga que el psicoanálisis es «Un estupendo timo intelectual». Ni hablar de todos los psicólogos importantes tantos contemporáneos a Freud (como Piaget, que decía que los psicoanalistas se organizaban como capillas) o posteriores (como Scott Lilienfeld y Elizabeth Loftus) nunca mostraron interés en su teoría, o la consideraron falsa e incluso la refutaron.  A todo esto, Freud como “médico” no fue nada lejos, sus estudios de neurología no son superiores a los de cualquier otro estudiante de la época. Freud verdaderamente no contribuyó en nada a la neurología. De hecho algo muy cómico es que el único descubrimiento que se le atribuye a Freud más allá de los delirios del psicoanálisis es su descubrimiento de la afasia visual. Pero esto se debe a un error de traducción, ya que el que realmente la descubrió fue Carl Freund, no Freud.

Y por supuesto, no pueden faltar las falacias ad hominem. Los psicoanalistas llegan hasta el extremo de patologizar a sus críticos, insinuando que si no les gusta el psicoanálisis es porque tiene problemas mentales. Es común también, insinuar “malas experiencias con la terapia”, por ejemplo, suponiendo que el que critica el psicoanálisis lo hace porque en su pasado tuvo “algún problema con su terapeuta”. Esto es similar a la falacia utilizada por los creyentes religiosos para cuestionar el ateísmo: “tu ateísmo se debe a que odias a dios por X problema”. Es clásica.  También es clásica, para los psicoanalistas, invocar la famosa “resistencia”, de la cual ya hablamos.

Vemos características de sectarismo dentro del psicoanálisis por doquier, tanto falacias de autoridad, falacias de alegato especial, falacias ad hominem, problemas para clasificar su práctica, tendencia al fanatismo y el culto a la personalidad, tener “libros sagrados”, total esquivo hacia la crítica, hacer reuniones de lectura y libre-interpretación de obras -supuestamente objetivas- como si fueran reuniones de lectura de la biblia o algún club de fans de un autor de literatura, elegir convenientemente los libros que deben estudiar (si se reúnen a hablar sobre Freud, solo leen la autobiografía de Freud –sí, sí, ese libro en el cual Freud no cuenta que mentía-) y por supuesto, no leer libros de críticas nunca. Al igual que una secta, el psicoanálisis forma sus propios «sacerdotes»: el interesado deberá formarse en los ámbitos que las sociedades psicoanalíticas estipulen, el analista establecerá lo que es bueno y malo para el paciente y lo que debe o no creer sobre sí mismo. Otra muestra de sectarismo es el caso de Jaques Allan Miller, que monopolizó la publicación de las clases de Lacan, ya que el modificaba todos los errores que este cometía. Hasta llegó a demandar alumnos que intentaron publicar los seminarios de Lacan, debido a que estos tenían cientos de errores graves, y es de esperarse, sabiendo que Lacan fue un completo charlatán.

El psicoanálisis posee cientos de características similares a la religión, (se la llama religión laica) además de las ya nombradas, como que por ejemplo, poco a poco se los están echando de las facultades de psicología, así como se separó hace cientos de años la teología de muchas facultades.  Ellos hasta se alegran de esto, ya que les permite manejar monopólicamente la práctica cobrando enormes sumas de dinero psicoanalizándose entre ellos para autorizarse a la práctica, algo así como “el bautismo”. Todas estas técnicas de manipulación que vemos usar dentro del psicoanálisis son las mismas que ocurren dentro de otras pseudociencias, religiones y sectas. En palabras de una psicoanalista “el psicoanálisis es una cuestión de fe”. Freud llegó a recurrir hasta a teorías de conspiración para defender su teoría, diciendo que la sociedad encontraría una “resistencia” psicológica hacia su obra. Esto es parecido a los argumentos de los ufólogos del estilo “el gobierno oculta los datos porque no quiere que sepas la verdad”. La verdad es que el psicoanálisis solo tiene apoyo en sectores snobs, pseudointelectuales, poco inteligentes y poco cultos en ciencia y epistemología, como en los círculos posmodernos donde se adora a charlatanes descarados como Slavoj Žižek.

Experiencia personal dentro de una secta psicoanalista: Grupo Causa Freudiana

Decididos a investigar más de cerca el fraude del psicoanálisis, comenzamos a asistir con el Circulo Escéptico Posadas a un grupo de “estudio horizontal libre y gratuito” organizado por psicoanalistas en la ciudad de Posadas, Misiones, Argentina.

El grupo no distaba de ser una iglesia de organización elitista. Estaba la figura del sacerdote (Juan Manuel Rivas) y sus discípulos más fieles (Renato Sebastian Carneiro, etc) sentados a su lado. Había oradores entrenados para contar lo que leyeron que nunca rotaban, sino que los elegían ellos mismos y eran siempre los mismos.  Ellos marcaban los límites de la conversación y facilitaban la opinión y preguntas a los de la casta más alta. También leían únicamente textos y libros que favorecían sus posturas (se negaban compartir investigaciones disidentes).

Al comienzo nuestras dudas e inquietudes fueron tomadas relativamente bien (salvo el primer día, donde se nos acusó de creer que los humanos son “robots” por preguntar si había evidencia del inconsciente) y se pudo debatir casi dentro de los parámetros de la razón. Nuestras preguntas expusieron la falta de rigurosidad y estabilidad de la teoría logrando que muchos leves interesados (gente que no fue expuesta al proceso de fanatismo) abandonaran las charlas. Siendo esas las consecuencias del escepticismo racional decidieron echarnos pública y privadamente.

Dentro de las charlas no solo se ejercía autoridad, poder y fanatismo, sino que también se cometían errores GRAVÍSIMOS de conocimiento. Tanto dentro del grupo Causa como fuera, dentro de charlas organizadas por los mismos.

Por ejemplo, el auténtico charlatán Enrique Acuña (psicoanalista muy conocido en Argentina) en una charla dijo que “estaba en un hospital viendo un genoma humano” (¿?) y muchísimas otras bobadas como que: “Einstein le mandaba cartas a  Freud pidiéndole disculpas por “inventar” principios que después se usarían para la bomba atómica”. Esto es falso, las cartas de Freud a Einstein están publicadas y eran muchísimo anteriores al Proyecto Manhattan, básicamente se lo inventó. También que:

“Moisés creo el monoteísmo” –Falso, fue Akenathón-

“Moisés creo la circuncisión” –Falso, ya se practicaba en Egipto-

“Foucault criticaba el PA por ser homosexual” –Esto es abiertamente una opinión homófoba-

“(…) El principio medieval, a partir de Santo Tomás, y luego (!) en San Agustín…» -No existe tal cosa como el «principio medieval». Agustín es anterior a Tomás de Aquino. Le erró por más de 700 años, además de alterar el orden -Tomás de Aquino (1224 o 1225), Agustín de Hipona (354-430).-

«El principio de una religión es el asesinato del padre». -Falso. No todas las religiones implican ningún tipo de asesinato del padre simbólico ni nada parecido.-

«Bioética: que quiere decir políticas de aplicación masiva, vacunas para 30.000 millones de personas…»

La Bioética no tiene por función organizar campañas de vacunación. Y mucho menos para 30.000 millones de personas. La Bioética no es una ciencia, y la población mundial ronda los 7.000 millones (erra en sus cálculos por sólo 23.000 millones).
(Esto lo cito de mi amigo Mauro Lirussi que asistió, gravó, transcribió y refutó la charla).
Después de decir todas estas brutalidades, dignas de una persona muy ignorante y sobre todo manipuladora y fraudulenta, ante las preguntas un escéptico cerró el debate preguntando “que estudiaban”, como si fuera relevante (falacia ad hominem).

En una reunión de Causa Freudiana sobre adicción los psicoanalistas afirman que “el psicoanálisis es una terapia diferente, ni mejor ni peor” (¿?) “El psicoanálisis no espera que el sujeto deje la droga”, “El discurso medico borra al sujeto” (¿?) “La idea no es centrarnos ni en lo biológico ni en lo físico” (claro, el cerebro está en un universo aparte) “Es lo mismo ser adicto a la cocaína que al dulce de membrillo”. También dijeron otras imbecilidades como que “charlar es una relación sexual” “Los niños de 2 años quieren tener sexo” “las inundaciones –causadas por las represas- fueron un fracaso de la ciencia” (Esto lo dice Cristian Gomez, psicoanalista profesor de EPISTEMOLOGÍA, y no sabe distinguir ciencia de tecnología) “Freud era contemporáneo a Goethe” –Cristian Gomez (Freud  1856,- 1939 Goethe 1749- 1832, ¿Coinciden? No)  “El psicoanálisis es una cuestión de fe” (Bueno, esto es cierto) Y muchas otras cosas más.

Todo esto, aunque parezca anecdótico, está grabado, charla por charla, publicado, transcrito y numerado en nuestro blog de investigación: http://el-grupo-causa-freudiana.blogspot.com.ar/

Hipocresía descarada

Luego de todo esto creo que sería totalmente lícito y racional que concluya que el psicoanálisis posee grandes similitudes con las religiones  y las sectas, y que el mundo sería mucho mejor si éste desapareciera junto al resto de estas doctrinas dogmáticas e irracionales.

[1] Como detalle, algo curioso de las aversiones a la psiquiatría son que dos de los más conocidos enemigos de la psiquiatría, Hubbard y Foucault, recurrieron a la ayuda psiquiátrica cuando lo necesitaron.  Hubbard en sus últimos momentos pidió ayuda psiquiátrica ya que advertía que estaba enloqueciendo, y  Foucault en su juventud estaba deprimido por su condición de homosexual, luego de recibir ayuda psiquiátrica mejoró enormemente, para luego más adelante  ponerse en contra de la psiquiatría siendo de gran ayuda a los cienciólogos.

No… las plantas no sienten dolor

Y no… no es un argumento en contra del vegetarianismo -por consideración moral hacia los animales sintientes- el hecho de que “las plantas sienten dolor”, y que por lo tanto, es igual de cruel comer animales sentientes o vegetales, ya que “el dolor se produce en ambos”. No… las plantas no sienten dolor por más que sean seres vivos y veremos porque:

Hace bastante tiempo corre el rumor de que las plantas sienten dolor y que se comprobó “científicamente”, sumado a eso, últimamente corre en las redes sociales un video donde se conectan electrodos a un polígrafo en una planta (una Mimosa púdica) y al someterla a daños el polígrafo supuestamente reacciona de manera que se puede considerar que “sienten dolor”. Empecemos por desmantelar éste experimento, para después centrarnos en porque las plantas no sienten dolor, y porque en última instancia, de ser cierto este argumento tampoco vale. Éste experimento y su conclusión es pseudociencia, un tipo que hace estos experimentos es Cleve Backster (aunque con otras plantas), y no tiene relevancia alguna en la comunidad científica. Sobre esto escribe el genial ilusionista y escéptico James Randi en el libro «Ciencia y Psuedociencia». Este experimento no sirve, las plantas no sienten dolor físico animal, ni lo necesitan. He aquí el párrafo del libro nombrado:
«Ahora bien, ¿por qué existen la ciencia demencial y la pseudociencia? Las razones son varias. En primer lugar, porque los editores adoran los libros que respaldan esas ideas. Hace algunos años, la obra The Secret Life of Plants reportó millones de dólares a un tal Cleve Backster. En ella se afirma que conectando una planta (la mejor para hacerlo es una Dieffenbachia) a un polígrafo, incorporándole varios electrodos y amenazándola con quemarla, el detector se sale de la escala. ¿No es magnífico? Jamás pensé que las plantas contaran con un sistema nervioso central, al parecer estaba equivocado, yo y todos los botánicos; sin embargo aquello consiguió muchísima publicidad. A decir verdad, este señor no fracasó ante la opinión pública hasta realizar sus últimos experimentos. E insisto en que no me culpen a mí; el experimento es suyo, no mío. El hombre descubrió que al conectar dos yogures entre sí con un alambre (por favor, no se rían que esto es Ciencia), e introducir a continuación un cigarrillo encendido en uno de los envases (lo cual es desperdiciar un buen yogur), el otro yogur manifestará una reacción en el polígrafo; pero solo se cumple si ambos recipientes de yogur proceden del mismo cultivo. Esto es muy importante. Lo crean o no, esa fue su conclusión y, claro, llegado a este punto perdió algunos seguidores dentro de la comunidad científica.»

En un vídeo de éste tipo de  experimentos se coloca un electrodo en el tallo de una planta (Mimosa Púdica) y se quema con un encendedor una hoja. A continuación un gráfico en una computadora marca un desvarío insinuando que esto es «dolor». Sin embargo lo más probable es que el calor haga que se atrofie la planta cambiando la presión y distribución de la sabia y esto altere el electrodo y el grafico, por lo tanto, es falso, apresurado y deshonesto decir que esto puede llamarse dolor -y más teniendo en cuenta que carecen de los órganos para sentirlo-. También en el vídeo parecen sorprenderse de que la mimosa púdica reaccione al tacto, como si esta sensibilidad significara que tengan SNC. Pero no, veremos porqué lo hacen:
«El cambio del ángulo de la hoja o foliolo está provocado por cambios de turgencia en las células del pulvínulo, una estructura especializada en la base del peciolo. Es un mecanismo provocado por una osmosis. Entran iones de K+ lo que provoca que el medio interno se haga hipertónico respecto del exterior y se produzca una turgencia. Dependiendo si dicha turgencia tiene lugar en las células flexoras o extensoras, los foliolos se abren o se cierran.»  Así que no, no es sintiencia (más abajo hablaré de estas reacciones). Luego, el vídeo tiene una parte en la que rocían con algo a la planta y ésta deja de reaccionar al tacto, pero en realidad no sabemos que le están rociando ni el porqué de la reacción -posiblemente si sea alguna anestesia, pero tal vez sea otra cosa-, lo que sí sabemos es que nada tiene que ver con la capacidad de sentir dolor ya que ya sabemos por qué reaccionan de tal forma al tacto. Igual, cualquiera que haya tenido la suerte de experimentar con una mimosa púdica en persona sabe que no siempre reaccionan al tacto. Ah, y de todas formas, los vegetarianos no comemos mimosas púdicas, aclaro. 

(uno de los vídeos)

Bueno, espero que esto baste para dejar de citar éste video y los experimentos de Cleve. La prueba del polígrafo es un fraude. De hecho el polígrafo siempre dio resultados dudosos, por ejemplo, el detector de mentiras por polígrafo no es para nada confiable, pese al mito de que funciona. No lo hace, y es por esto que no se utiliza en la actualidad en los sistemas judiciales por ejemplo. Sobre éste tema pueden profundizar en el magnífico libro (que no me canso de recomendar) 50 Grandes Mitos de la Psicología Popular, de Scott Lilienfield y otros, pero volvamos al tema.

Bien, ¿Por qué las plantas no sienten dolor?

La utilidad (o “función”) del dolor es “avisarnos” que estamos en presencia de un daño, para poder reaccionar a él y evitarlo. La evolución provocó que los animales complejos que desarrollaran sistema nervioso tuvieran la capacidad de evitar el daño mediante la evasión del dolor para así prosperar, ya que éste mecanismo es excelente para cuidar a la especie (una especie que evite dañarse prosperará, por razones obvias), por lo tanto reproducirse y dejar descendencia que perpetúe los factores genéticos que nos vuelve susceptibles al dolor. El dolor es una reacción desagradable del cerebro ante un daño del cuerpo que nos influye a evitarlo y en algunos casos tratarlo. Si los animales no sintieran dolor, no les importaría lastimarse, lo que provocaría –ente otras cosas- infecciones y posteriores muertes prematuras. Las especies se fueron moldeando por un proceso evolutivo largo y complejo para poder desarrollar el sistema nervioso central. Aquello por lo que tanto protestamos, aquello que aborrecemos tanto, aquello que a veces deseamos que no exista –sí, el dolor-, es una función totalmente necesaria. Sin el dolor como especie con suerte duraríamos algunos meses. Curiosamente existe una enfermedad que provoca insensibilidad al dolor, la insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis.

No todos los animales tienen sistemas nervioso central desarrollado como para sentir el dolor que conocemos los animales con sistema nervioso complejo, algunos tienen un sistema excesivamente simple que solo percibe sensaciones del entorno para emplear respuestas, pero no es un dolor que incluya “sufrimiento”, más bien es una percepción. Tampoco es cierto que todos los animales sienten igual.

Como la función principal del dolor es la de reacción para evitar los que nos daña, sería bastante inútil que las plantas sientan dolor ¿Vieron alguna planta reaccionando de manera que evite el dolor? ¿Escapándose de un depredador herbívoro? Claro, esto se debe a que las plantas (y no hay que ser muy culto para saberlo) no tienen sistema nervioso central (éste solo está presente en los animales). Hay plantas que reaccionan ante estímulos externos de forma física-química, pero es una respuesta –mayormente celular- totalmente automática que no es para nada comparable con el dolor físico que sentimos los animales, ni siquiera requiere procesamiento centralizado. Las plantas no sufren, en serio… eso lo sabe cualquier chico de primaria.

Aunque….

Acá tenemos al charlatán de Jacque Fresco diciendo que UN PEPINO siente dolor, por si pensaron que nadie iba a ser tan idiota de creer que las plantas vivas fueran capaces de sentir dolor, acá tienen a un supuesto «cientificista y tecnocrata» diciendo que un PEPINO siente dolor, increiblemente lamentable.

Acá, el pseudo-documentalista y gurú del movimiento Zeitgeist Peter «El Mentiroso» Joshep, diciendo que las plantas sienten dolor y otras bobadas.

Supongamos que las platas si sientan dolor… ¿Es un buen argumento para denotar incoherencia en el no comer animales para reducir el sufrimiento?

Supongamos que si… que las plantas sientan dolor y que comerlas sea algo cruel. Pero… ¿Qué comen los animales de granja? Oh! Plantas… Si nuestra propuesta es disminuir el sufrimiento en la alimentación, comer vegetales sigue siendo algo que reduzca el sufrimiento –y el asesinato- de nuestras hipotéticas plantas sufrientes, ya que al comer vegetales nos alimentamos directamente de ellos y los procesamos para obtener energía. En cambio, si comemos animales estos requieren de una crianza artificial basada en muchísimas otras plantas (aclaro, hipotéticamente sufrientes) así que la producción de dolor seria muchísimo mayor.

Así que no, dejen de repetir ante los vegetarianos el mito de que las plantas sienten dolor, en serio, se ven como idiotas y cualquier niño de primaria que recuerde sus clases de biología podría humillarlos.